
El volcán Laki
Laki o Lakagígar, se trata de una fisura volcánica situada en el sur de Islandia, no lejos del cañón de Eldgjá y cerca del pequeño pueblo de Kirkjubæjarklaustur en el Skaftafell National Park.
Kirkjubæjarklaustur
Su interés geológico se debe al Kirkjugólf (suelo de iglesia), un camino natural de columnas basálticas soterradas y erosionadas por la glaciación de tal manera que nada más dejan ver (foto) la parte alta y, como indica su nombre, tienen la apariencia del suelo enlosado de una iglesia. Esta formación de lava tiene un origen similar al de la Calzada de los Gigantes del Ulster.
El volcán y sus mortíferas erupciones
El volcán Laki forma parte del mismo sistema volcánico que el Grímsvötn y el Katla, que unen los glaciares de Mýrdals y Vatna, en un área repleta de fisuras que siguen la dirección SW – NE.
No fue esta la única consecuencia de las sucesivas erupciones. La magnitud de las mismas produjo cambios importantes en la Circulación General de la Atmósfera en el Hemisferio Norte.
Esto alteró el régimen de temperaturas y precipitaciones en gran parte de Europa. Se cree que las sustancias tóxicas expulsadas a la atmósfera pudieron causar el incremento de la mortalidad en Inglaterra, que se produjo en la misma época. En la propia Islandia murieron 10.000 personas.
En la actualidad, investigadores de las Universidades de New Jersey y Edimburgo han determinado que el volcán islandés Laki fue el causante de la sequía que asoló el Valle del Nilo en el verano de 1783, empobreciendo las cosechas y causando miles de víctimas por hambre.
Los científicos han aplicado un programa desarrollado por el Goddard Institute for Space Studies, de la NASA, para crear un modelo en cascada de los efectos de la erupción en la atmósfera, hasta comprobar que el gran descenso de precipitaciones en el Sahel y en la cabecera del Nilo pudo ser causado por el volcán islandés.
El impacto del Laki sobre el clima se debió principalmente a la emisión de grandes cantidades de dióxido de azufre, que combinadas con el vapor de agua crean unas partículas (aerosoles de sulfato) que reducen la llegada a la tierra de radiación solar y provocan un descenso de las temperaturas.